Desde el inicio, este show fue concebido como una propuesta ambiciosa, con once músicos en tarima y más de seis invitados especiales a lo largo de la presentación. Con esto en mente, el diseño visual se centró en destacar la música y la energía en vivo, convirtiendo la puesta en escena en una experiencia inmersiva.

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Para capturar la magnitud del espectáculo, se desplegaron ocho cámaras en el escenario, complementadas con una steadycam flotante, permitiendo tomas dinámicas y cercanas que resaltaban la interacción entre los músicos y sus invitados.

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La estética visual del show se construyó a partir de una cuidadosa combinación de encuadres y composiciones, donde las paletas de colores jugaron un papel clave. Cada canción fue diferenciada visualmente a través de una gama cromática específica, evitando la saturación del recurso y asegurando una narrativa visual cohesiva a lo largo de la presentación.